miércoles, 28 de abril de 2010

Objetivos personales

Quiero ser lo que no soy.
Quiero tener lo que no tengo.
Yo tampoco escapo a la carrera detrás de la zanahoria. Quizás la única diferencia es que, a ratos, yo soy más consciente de ello.
Será, pues, una conducta muy humana y, por tanto, hasta cierto punto disculpable.
Pero la auto indulgencia es peligrosa, eso lo se de sobras. Nos dá vía libre para cerrarnos el paso a la evolución personal. Nos vuelve conformistas y perezozos.
La auto exigencia, su contrario, si sabe ser mesurada, es el motor que nos empuja hacia la consecución de objetivos.
Unos objetivos compuestos, como una imagen fractal, de otros objetivos. Todos haciendo piña, desde la base a la cúspide.
Parecería, visto de lejos, que cuando se consigue algo importante, ese objetivo está aislado. Pero no es cierto, ese objetivo se levanta sobre los hombros de otros objetivos conquistados.
Es un error ver las cosas aisladamente.
El corredor que logra terminar una maratón consigue, probablemente, un gran objetivo a nivel personal.
Pero para poderlo lograr, ha tenido antes que alcanzar otros muchos objetivos, parciales y más modestos, pero no por ello menos importantes para el éxito final. Y que sin su logro previo, el Gran Objetivo de correr y terminar una maratón de 42 km no hubiese podido llevarse a cabo.
Levantarse pronto cada día; entrenar duramente; llevar una dieta adecuada; vencer las resistencias y el desánimo; todos ellos son objetivos en sí mismos, independientes, y que conducen a la consecución del Gran Objetivo.
Todo lo que hacemos cada día es importante, hasta en sus más pequeños detalles.
Porque todo está inter relacionado en la Vida, hay que tomar conciencia de que todas y cada una de mis pequeñas acciones y de mis más insignificantes pensamientos pueden contribuir a mi éxito o a mi fracaso. Dicho en clave de objetivos, a su realización o al abandono.
Reducido a su mínima expresión, cada pensamiento tiene su pequeño objetivo. Cada pensamiento es un pequeño peldaño hacia el éxito o un ligero tropiezo hacia el abismo del fracaso.
Y no me refiero al éxito o fracaso social o profesional, que también, sino al éxito o fracaso como personas; éxito o fracaso en la consecución de unos objetivos, los que sean importantes para nosotros en cualquier momento de nuestra Vida. Puede ser acabar una maraton, sacarnos un título o tener más amigos.
Los objetivos pueden ser dispares, casi infinitos.
¿Es importante tener objetivos?
Imprescindible. Si no los tengo soy un barco a la deriva.
No vivo la Vida, simplemente la Vida, me vive a mi.
Lo peor es que muchas veces no nos planteamos objetivos, no porque no creamos en su utilidad, sino por el temor a no conseguirlos; por EL MIEDO AL FRACASO.
Si no tengo un objetivo en mi Vida, NUNCA voy a fracasar.
Solo que en tal caso FRACASARÉ como Ser, como vividor, como humano/a que vive una Vida que no es la que quiere plenamente.
Vale la pena meditarlo.


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