domingo, 27 de febrero de 2011

¿Se debe manifestar o reprimir el enfado, la ira, la frustración?


Si escribo constatando mi enfado, o mi confusión, ¿estoy creando más enfado y confusión? ¿O estoy disipando sus consecuencias?

Estas intentando exorcisar una emoción. Vuelcas afuera, pero no limpias del todo. Y corres el peligro de perpetuar su presencia, atrayendo más de lo mismo.
Nunca nada es blanco o es negro. Nunca una emoción es pura. Siempre hay mezclas.
Es una buena acción escribir y hablar sobre lo que nos crea angustia. Esta actividad nos relaja; nos baja los niveles de atención.
Pero hay que observar quien o qué toma el control en nuestro interior.
Si es un ego enfurecido u ofendido podemos arriesgarnos a caer en una espiral de violencia interna, de lucha desgastadora.
Hay que observar.
¿Qué nos enfurece?
Lo que nos enfurece no somos nosotros.
Quizás requiera una solución, pero debe ser una respuesta más profunda, más desde la necesidad de la esencia.
¿Qué somos, más alla de ropajes, de la ofensa, de la vanidad?
Quita capas.
La defensa es dura, muy dura. Pero persevera. ¿qué eres? ¿la ofensa? ¿la preocupación? ¿la rabia?
No.
Eres paz. Eres vibración. Eres Eternidad.
Un Jefe incordiante, un electrodoméstico que se estropea, cualquier situación embarazosa, tienen una importancia muy relativa.
El pasado se desvanece y el futuro es una probabilidad.
Sólo tienes el momento presente y puedes elegir tu modo de vivirlo.
¿Qué hay más alla´de tu enfado? Sólo ilusión.
La Vida es real, si, pero dentro de su irrealidad. Es un juego de opuestos.
Sólo podrás liberarte de tu falsa ilusión, cuando logres romper los esquemas mentales en los que te pierdes y que te impiden crecer.
Por encima de las nubes siempre brilla el Sol.
Por encima de tu confusión, tus pensamientos repetitivos o limitantes, siempre, siempre, sabes lo que quieres y porque lo quieres.