jueves, 18 de septiembre de 2014

SOMOS LO QUE PENSAMOS

Cada día estoy más convencido que la felicidad depende de mis pensamientos. Porque así como se suele decir que "somos lo que comemos", en un plano biológico; en el nivel psicológico "somos lo que pensamos."
Si pensamos (o recordamos, variante del pensar) cosas tristes, nuestro estado de ánimo bajará. Y a la inversa, también sucederá el efecto contrario.
La fuerza del pensamiento es una herramientas muy olvidada.
A lo largo del día nos dejamos fluir en nuestros pensamientos, recuerdos y ensoñaciones.


Y nos convertimos, nos identificamos en eso, en lo que ocupa nuestra cabeza.
Poco a poco, pero inexorablemente.
La clave para no convertirnos en, literalmente, esclavos de nuestro discurrir está, primero, en acostumbrarnos a observar en qué estamos pensando, qué leemos, qué observamos y de qué hablamos.
La observación lleva a la consciencia.
Y si somos conscientes, tenemos la opción de cambiar.
Cambiar, o por lo menos no seguir por el mismo camino, que ya es un cambio.
El segundo paso es crear la realidad que queremos, voluntariamente, con nuestros pensamientos.

Podemos llamarlo "pensamiento positivo", "visualización creativa", o como queramos. No importa el nombre. El caso es que nos sirva para ser más felices.

¿Conseguiremos el éxito? ¿Alcanzaremos nuestros objetivos? 
Para mi, no importa tanto hacia donde vamos (objetivos) como por donde vamos (el camino).
El camino es el día a día; la materia de nuestra vida. El Camino nos debe de aportar la felicidad.
Si mis pensamientos contribuyen, minuto a minuto, día a día a que yo sea razonablemente feliz, mi objetivo vital está logrado.

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